miércoles, 16 de noviembre de 2011

Reseña Sábato, Jorge Federico, “La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características”, Buenos Aires: Imago Mundi, 1991, 286 pp.


Sábato, Jorge Federico, “La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características”, Buenos Aires: Imago Mundi, 1991, 286 pp.

El libro de Jorge Sábato (1938-1995) debe ser visto dentro del debate desarrollado en los años ’80 sobre la capacidad innovadora del empresariado discutiendo el carácter conservador del mismo. El autor comenzó su investigación, bajo el aporte de CISEA, sobre la formación y características de la clase dominante argentina en la segunda mitad de la década del setenta. La primera parte del libro que concentra las ideas principales fue distribuido a partir de 1971, en tanto que los otros dos capítulos se realizaron entre los años 1982 y 1983. Por lo tanto, el libro reúne las investigaciones del autor desde los setenta y principios de la década del ochenta pero que logran tener una coherencia dentro de la obra ya que logran comprenderse articulando diferentes ejes acerca de la temática abordada.
En la primera parte titulada “Notas sobre la formación de la clase dominante en la Argentina Moderna (1880-1914)” se encuentra la hipótesis principal del libro: los grupos económicos del siglo XIX habían tenido un comportamiento netamente capitalista, y no "colonial", para obtener ganancias, gracias a "una vocación comercial muy alerta para aprovechar las oportunidades de un mercado internacional cambiante".
El elemento básico y fundamental que habría producido el desarrollo económico argentino en ese periodo estaría constituido por las “ventajas comparativas” de la región pampeana para la producción de bienes agrícola-ganaderos en el contexto mundial, lo que se habría expresado en la existencia de la “renta diferencial”.Ese comportamiento consistió en aplicar un criterio racional a los factores de producción disponibles: mucha tierra, poca gente y poco capital. De lo que resultó la formación de empresarios con inversiones diversificadas en agricultura, ganadería e industria -según fueran las coyunturas del mercado-, con altos ingresos y bajos riesgos. El autor considera la diversificación de inversiones como un rasgo diferenciador y específico del caso argentino, dicho comportamiento se habría originado en las características que asumió la producción agropecuaria pampeana –sucesivos booms exportadores más una naturaleza prodigio que ofrecía la posibilidad de sustituir actividades de acuerdo a las señales de los mercados- reubicándose desde la elite terrateniente hacia el conjunto del gran empresariado.
Según Sábato, en la evolución económica de nuestro país no hubo un sistema "puro" sino uno "dominante", donde "junto a la cuestión de la tierra, las actividades comerciales y financieras constituyen la clave de la consolidación y comportamiento de la clase dominante en la Argentina" de fines del siglo XIX. Es ahí donde subyace en el autor la idea del empresariado argentino como una clase "parasitaria", que ha valorado -y aún valora- la centralidad de los elementos financieros por encima de los de producción.
Por lo tanto, si además la clase dominante se encuentra implantada en el comercio y las finanzas, dispone de grandes posibilidades de dispersar riesgos entre distintas actividades productivas y de aprovechar con gran rapidez coyunturas favorables, por lo que la clase dominante habría resultado mucho menos conservadora en el momento de incorporación de lo que la concepción tradicional de hecho sugiere.
Claro ejemplo de esta actitud se ve en la posición de los invernaderos ya que en la medida en que el grueso de la producción ganadera de los criadores se destinaba al mercado interno, les resultaba imposible imponer precios diferenciales a los novillos destinados a invernada. A ello contribuía obviamente el que el invernador, al no necesitar inversiones fijas y requerir poco trabajo, actuaba más como comerciantes que como productor. El motivo de esta predilección es que la invernada (que se hace importante a partir de 1910) es que era mucho más rentable que la cría y que tiene más posibilidades de competir con la agricultura.
Aspecto esencial del libro es que al momento de realizar una tipología de la clase dominante, Sábato también aclara que es una clase muy poco fraccionada internamente, con un grado relativamente bajo en diferenciación interna en términos de comportamiento, existiendo al mismo tiempo de una fuerte estratificación en términos de riqueza y poder.
En cuanto a la evolución de dicha economía, el autor postula que en la formación de la Argentina moderna no hubo elementos precapitalistas ya que por el contrario, los mercados parecen haber funcionado con una magnitud y rapidez más acorde a los requerimientos teóricos de una organización capitalista. En tanto que su adopción a la división internacional del trabajo fue condición necesaria pero no suficiente para explicar la evolución de la economía argentina sino que residió en la unidad con la cual se conformó su burguesía y, en especial su homogeneidad y concentración en el estrato dominante.
Por lo tanto, había existido desde un punto de vista económico-social, una estrecha relación entre la consolidación del Estado nacional y la formación de la clase dominante reflejado en la creación y/o expansión de un conjunto de bancos estatales y el respaldo económico estatal imprescindible para atraer y garantizar las grandes inversiones de capital extranjero.
La primera parte se cierra con una serie de “Historias de vida” (entre las que se encuentran las de Amancio Alcorta, Miguel Alfredo Martínez de Hoz y Ernesto Tornquist entre otros) que sirve para ilustrar mediante estos ejemplos el desenvolvimiento y papel de la clase dominante en la Argentina.
En la segunda parte del libro: “Riesgo y adopción en el agro. Construcción de un modelo”, Sábato se pregunta por el desaprovechamiento de la pampa argentina y como el compartimiento peculiar de los productos, al diversificar tareas y llevarlas al comercio y finanzas, hace que se realicen fenómenos que van desde la tendencia a mantener grandes explotaciones hasta la forma de adopción de nuevas técnicas. Por lo tanto, la combinación de agricultura y ganadería ofrece la posibilidad de adaptarse a variaciones de mediano plazo, en las condiciones de mercado, lo cual puede implicar, incluso, que los ingresos netos promedios de los productores lleguen a ser mayores que los que obtendrían si se dedicaran exclusivamente a la agricultura.
Finalmente, la ultima parte del libro “Funcionamiento de la economía y poder político en la Argentina: trabas para la democracia” (realizado junto a Jorge Schvarzer) debe ser entendido en el contexto de producción en el que fue elaborado (1982, la transición hacia la democracia). Aquí Sábato se pregunta por la peculiar organización del poder económico y político del país que ha creado una experiencia histórica cuyas consecuencias se observaban en el comportamiento de la clase dominante que (conciente o inconsciente) deseaba que el sistema fuera permanentemente inestable tanto en el aspecto político como en el económico.

Conclusión:
La clase dominante en la Argentina moderna” es un clásico en la historiografía argentina y su lectura fue el principio de un debate sobre las características y el rol de la clase dominante argentina
Su original hipótesis se resume en el carácter altamente especulativo del comportamiento económico de la elite empresarial del país, la fórmula de su éxito económico y su consolidación como clase dominante, a la vez que una causa decisiva del estancamiento económico del país en el largo plazo. De manera que la posición subordinada a la Argentina en el mercando mundial no dependió de la especialización ni del papel de los capitales extranjeros ya que la causa, tanto de la expansión como del estancamiento, fue el comportamiento de esta clase dominante, su homogeneidad y concentración de riqueza que conllevo a una preferencia por otras actividades no productivas, como actividades financieras y especulativas que si bien es la principal característica del comportamiento de la oligarquía, tiene como requisito la necesidad de una masa de capital líquido disponible para invertir en aquellos sectores de la estructura económica que puedan generar un beneficio inmediato con escaso o ningún riesgo.